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lunes, 7 de abril de 2014

Raíces (tercera parte)

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Mónica Meló Bo, familiar de paciente de ataxia espinocerebelosa, SCA.

Nota del administrador del blog:

Mónica Meló Bo
‘Raíces’ es un relato de la escritora valenciana Mónica Meló Bo, familiar de paciente de ataxia espinocerebelosa, SCA. Originalmente ha sido escrito en valenciano… si bien, esta versión en castellano nos ha sido traducida por la propia autora.

El argumento del relato es ficticio, aunque inspirado en personas reales… y donde la ataxia tiene un papel en el contexto. Es una narración llena de sensibilidad para cualquier faceta de la vida… pero que, para quienes “pacemos”, y padecemos, en los prados del sufrimiento, resultará de lectura casi imprescindible… para vernos reflejados en el espejo, y sacar provecho de la visión de nuestra propia imagen.

Por la amplitud del total del texto, relato largo o novela corta, para un formato blog, ha sido dividido en nueve partes… que se editarán en días consecutivos… salvo que, en el intermedio, surjan noticias que no admitan dilación
.

Para recordar: Raíces(I parte), y Raíces(II parte).

III

      Hizo una pausa breve. Se escucharon los latigazos del viento contra los cristales igual que sus preguntas contra mi corazón. Al cabo de unos instantes añadió:

      ―¿Qué es lo que te falta realmente, Silvia?

   Como estaba cabizbaja y no decía nada, prosiguió:

     —Te pondré en una situación límite para que lo entiendas: sitúate en el momento de tu muerte. En estos momentos no hay rastro de la sociedad, estás tú sola con tu alma. La gente se pasa la vida pensando más en el verbo hacer que en el verbo ser. Pero en el momento que vas a dejar tu cuerpo, no te importa nada lo que has hecho, sino lo que has sido. Dicen que pasa toda tu vida por delante como una película, pero no te entetendrás en los detalles de los éxitos o fracasos relativos, esto pasará a un segundo término y emergerá con fuerza lo que has sentido tú y lo que has hecho sentir. En estos momentos ves por fin con total nitidez lo que es realmente importante y has dejado de lado entretenida con las batallitas efímeras del teatro de la vida: tu esencia. Una parte de ti que no has dejado surgir y ahora, en el momento de la muerte, es cuando tomas la distancia necesaria para verlo. Verás que el balance final lo haces con otro parámetro distinto al de la sociedad: si has conocido o no esa esencia, si has seguido la partitura de tu alma. En otras palabras: si te has conocido por dentro y has seguido lo que te decía tu interior más profundo.

    La punzada del estómago se convirtió en una garra estrujándome las entrañas como una bola de papel. Me temblaba todo el cuerpo y sentía pinchazos en el corazón. Era como tener una tormenta salvaje recorriéndome por dentro y sentía que me mareaba. Solo me pasaría si explotara, reventara, estallara...

     —¡Basta! Yo qué sé lo que quiero. —escupí con la voz quebrada, y fue el trueno que desató la tormenta. Las lágrimas rodaron veloces mejilla abajo como estrellas fugaces quemándome la piel.

    Estuve un buen rato llorando en silencio, sin sollozos ni gemidos, pero temblando como un recién nacido al primer contacto con el exterior. Y, de alguna manera, era así. A través de una cortina brumosa de lágrimas vi a Miquel acercarse y separarme el pelo de la cara con ternura. Me dejé abrazar. Sentí un envoltorio de calidez que me penetraba piel adentro y me reconfortaba.

    No sé cuánto tiempo estuvimos así, yo no hubiera querido que terminara nunca ese momento, pero una enfermera miró por la puerta e hizo un gesto a Miguel indicándole que saliera. Quizás la persona a la que cuidaba le necesitaba. Me cogió las manos y me dijo, mirándome a los ojos:

     —Acuérdate de valorar tu vida con el único parámetro que se mantiene hasta el momento final.

     Y caminó muy lentamente hacia la puerta, meditabundo. Cuando estaba ya saliendo, se detuvo y me dijo:

     —Silvia, las personas que hemos conocido el dolor profundo siempre seremos... diferentes.

     Estaba desconcertada, ¿como podía él saber...? ¿Es posible que lo supiera solo mirándome? No me salía la voz, pero entendió por mi gesto que tenía que decir algo más:

     —Diferentes... el dolor hace que nos crezcan raíces.


     De pie frente a la puerta con el pelo plateado y los surcos profundos del rostro iluminados por la luz que entraba, me dio la impresión de un olivo centenario que adentraba las raíces abajo, muy abajo, buscando la profundidad.

(Continuará mañana).

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2- Sección ’PowerPoint de humor del día’.

Para visionar y/o guardar el archivo PowerPoint, pinchar en: Tácticas matrimoniales.

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