La pagina web de "Ataxia y atáxicos" (información sobre ataxia, sin ánimo de lucro) es: http://www.ataxia-y-ataxicos.es/


lunes, 15 de septiembre de 2014

El secuestro del reflejo (primera parte)

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Vicente Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza.

Nota del administrador del blog:

Este relato de Vicente se editará en dos capítulos, en días consecutivos, si en el intermedio no hubiera noticias relevantes de ataxia cuya emisión no admita dilación.

- I parte-

A esas horas el mundo era incómodo. Levantarse de la cama constituía una enorme gesta donde estaban involucradas la abnegación, la voluntad, y la estupidez de que se reprochara una y otra vez el haberse acostado tan tarde, y lo poco que había dormido. Pero se desperezó, y bostezó escandalosamente en ese viaje al cuarto de baño. Antes de meterse en la ducha, se miró al espejo, y no se vio.

Atónito, hizo varios gestos tontos: se fue y volvió varias veces, y hasta bailó frente al espejo. En el lugar donde suponía que estaba su imagen, no había nada. Su imagen no estaba en el decorado que reflejaba su espejo, pero él sí se veía a sí mismo: veía su hombro, sus manos, su cola... Pero no se veía reflejado en el espejo.

Se preocupaba más y más en una consternación que le quemaba. Se le ocurrió ir a ver al médico, o llamar una ambulancia, ya que el sudor frío se adueñó de su rostro, y la angustia se iba apropiando de su tímida persona. Sin embargo, pensó en vestirse primero.

Lo intentaba, en vano, con otros espejos, y no consiguió verse. Incluso fue a casa del vecino evangelista, pero sólo pudo ver la imagen del vecino y su sorpresa: El bigote del vecino se erizó al pensar que se trataba de un vampiro que no se podía ver en los espejos… ya que, de hecho, los vampiros no se pueden ver en los espejos.

Muy nervioso, sin poder dar fe a esa realidad que le agobiaba, ajustó el cuello de su gabardina gris oscuro y se dirigió a su casa. Vio en el suelo, delante de la entrada de su hogar, un papel que recogió extrañado. Lo leyó con el sinsentido inscrito en su rostro:

“Muy señor mío: Si desea recuperar su imagen en el espejo, deberá personarse en los aseos de hombres del casino, a las 8 de la tarde, con 62.500 pesetas escondidas en una caja de galletas de hojalata. De no hacerlo así, es posible que nunca más vuelva a verla. No avise a la policía, ni a su primo… de nada servirá...”.

El papel era amarillo, mecanografiado con una cinta de máquina de escribir vieja y gastada. Frotó sus párpados, y decidió no hacer caso a lo que le pasó. Fue a afeitarse, y eso le resultó especialmente molesto sin su imagen en el espejo. Por eso, cambió de opinión, y fue al casino con su gabardina gris oscuro de cuello cerrado, dispuesto a entregar el dinero del rescate.

Vicente Sáez Vallés
Curiosamente, guardaba esa cantidad en una vieja caja de galletas azul, con estrellitas doradas, de hojalata vieja. Había ahorrado esa cantidad para comprarse un telescopio que vio expuesto en el escaparate de la tienda de fotografía de la esquina. Poder ver mejor las estrellas y la luna, suponía mucho para él, pero era más importante recuperar su imagen en el espejo. Ató sus zapatillas deportivas azules con una estrellita amarilla, cogió la caja ruidosa de la estantería, y partió valeroso en pos de enfrentarse con ese extraño ladrón de imágenes en el espejo.

(Continuará mañana).

Nota segunda del administrador del blog:

Vicente falleció en el año 2006. Para acceder a una breve semblanza del autor del texto (escrita por su hermana, Cristina, también, como él, paciente de Ataxia de Friedreich), hacer click en: Semblanza de Vicente Sáez Vallés.

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